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Channel: jagalisteo – Asociacion Canal Literatura
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Desvarío. Por Juan A. Galisteo Luque

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Desvarío

Si te alejas,

y ante mí se oculta el sol del nuevo día,
cada vez que oigo tu ruego y tu porfía,
y me miras y, con celo, me desprecias…

Si me olvidas,
y en el la noche ya sin luna no hay estrellas,
para mí no volverán las cosas bellas,
pues serán luces y sombras ya perdidas.

Si no sueñas
en el lecho que conmigo compartiste,
con la dicha y la ilusión que tanto diste,
al momento entenderé que me desdeñas.

Si abandonas,
y te rindes a un presente sin razones,
si no luchas y te vencen tus pasiones,
ya por siempre entenderé que no perdonas.

Con franqueza,
no podré sobrellevar tu desvarío,
para mí será un pedazo de mar frío,
en la eterna soledad de la tristeza.

———-

Juan A. Galisteo Luque
Derechos registrados

Blog del autor


¡Volverá el amor! Por Juan A. Galisteo Luque

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amor

 Si se muere el alma…,

crecerá el silencio desde el más profundo
verso imaginado;
llorarán los ojos y, en el mismo instante
de tiempo olvidado,
surgirá la duda, que es sorda y es muda,
con intensa calma.
*
Si el alma se muere…,
morirán con ella todos los valores
que se han aprendido;
y, en la primavera del gran sentimiento,
no habrá un solo nido,
para las alondras y el calor humano,
¡si es que no se quiere!

*
Si llega el rencor…,
traerá en su equipaje esa cruel venganza
de amargo recelo;
llevará hasta el fondo del límite humano
su pálido velo,
y, en todo su espacio, no habrá más consuelo,
¡tan solo dolor!
*
Pero existe el alma,
conciencia que actúa en todos nosotros
con clara existencia;
en las actitudes, en todas las faltas,
hasta en la inocencia,
y, llegado a un punto, desde la esperanza…,
¡volverá el amor!

——–

Juan A. Galisteo Luque

Derechos registrados  en Safe Creative

 Código:  1503053399149

Desdén. Por Juan A. Galisteo Luque

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Cubriste mi vida de cirios y velos,
y en la penitencia de tu cofradía,
sufrí tus enojos de noche y de día,
con crueles desdenes, caprichos y celos.

Perseguiste sola tus gozos y anhelos,
desde el egoísmo infiel de tu porfía,
y entonces, muy pronto murió la alegría,
cuando prometía amor de los cielos.

Llegó hasta mi mente la cruz de aquel mundo
que tú me ofreciste con tu rebeldía,
y que yo admitía segundo a segundo.

Te miré a los ojos y, en mi cobardía,
con el alma herida de dolor profundo,
no pude decirte… ¡cuánto te quería!

———

Juan A . Galisteo Luque

Derechos registrados

Al molino de Aixerrota. Por Juan A. Galisteo Luque

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Dime molino, ¿quién te ha abandonado?
y ¿qué provoca en ti tal descontento?
¿Será que ya no tienen movimiento
tus fuertes aspas, pues las han atado?
*
En esta costa vasca te he encontrado,
como un fantasma gris, solo ante el viento,
y a pesar de los años hoy me siento
nostálgico de amor y acongojado.
*
Yo sé que he de rendirme a tu escultura,
molino de Aixerrota del pasado,
invento de un inglés y su aventura;
que, tras fallido uso te ha dejado,
envuelto entre la sombra y la andadura
de un tiempo ya lejano y olvidado.
——–

Juan A. Galisteo Luque

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Identificador: 1503153480495

Los pozos fríos. Por Juan A. Galisteo Luque

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Los pozos fríos

 

Me acerqué por la senda de esos pozos, en calma,
intentando ser justo con mi sed y mi alma,
y al sentir que eran turbios esos pozos de amor,
desdeñé aquellas aguas mezcladas de impureza;
con llanto y desconsuelo, descubrí con tristeza
cómo muere el cariño cuando falta el calor.
*
Me adentré confiado, con exigua experiencia,
sin vanas pretensiones, tal vez con diligencia,
descubriendo de pronto la cruda realidad;
un mundo poseído que, en loca fantasía,
colmaba de pasiones su inmensa egolatría,
más cercana al sofisma que a la cruda verdad.
*
Con grandes ilusiones contemplé las estrellas,
destilando emociones de sus delicias bellas.
¡Qué lejano su brillo! ¡Cuán cercano mi ser!
Desde el balcón de un mundo solo observé mentiras,
ambiciones, recelos, maldiciones e iras,
todas ellas cubriendo las huellas del querer.
*
Me alejé de los pozos, de esos pozos inmundos,
que aún se encuentran abiertos, estrechos y profundos,
entre la senda infame del vivir y el soñar;
crecí con mis anhelos sembrados de añoranzas,
sufrí desilusiones, desdichas y esperanzas,
y, a pesar de lo amargo, nunca dejé de amar.
———-

Juan A. Galisteo Luque

Derechos registrados en Safe Creative

Código: 1503293712784

Campos de gloria. Por Juan A. Galisteo Luque

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Campos de gloria

 

El ejército imperial,
desde Peñaflor de Hornija,
esperaba movimientos
de las fuerzas de Padilla.
Ya se van los comuneros
al clarear la luz del día;
Torrelobatón se queda
con la niebla espesa y fría.
Ya resuenan por el valle
cañones de artillería;
La Vega de Valdetronco,
localidad elegida
para librar la batalla,
muy pronto se desestima
por la inclemencia del tiempo.
La tarde gris se escondía…
¡Comuneros de Castilla!
¡Atended mi voz de mando!
Hoy el general Fonseca,
aquí, en Medina del Campo,
ha incendiado la ciudad
con abuso y gran quebranto.
Por suerte la artillería
queda intacta, a buen recaudo,
y el intento de saqueo
ya resuena largo y ancho
por toda Castilla entera…
-La reina madre está al tanto.-
Al llegar a Villalar,
las huestes van ya rendidas,
y el choque es inevitable
con las fuerzas realistas.
¡Resistid, fieles soldados!
-dijo una voz que salía
desde el interior del pecho,
mas ¡nadie le respondía!
Volvió a gritar al silencio;
-esto es lo que pedía:
«Rogadle a María Pacheco,
aunque os cueste ello la vida,
que se resista luchando
con Acuña a las orillas
del Tajo, donde las flores
dan a Toledo campiña;
yo moriré en Villalar,
con la esperanza perdida
mas con la fe de su amor.
¿Dónde estáis que no os encuentro,
Comuneros de Castilla?
¡No escucháis a las campanas!
Hoy, el deber nos obliga,
por tierras de Villalar,
Simancas y Tordesillas».

———–

Autor: Juan A. Galisteo Luque

Fragmento del romance: “Comuneros de Castilla”

Derechos registrados en Safe Creative: 1506234436992

Blog del autor

La cruz de un mundo. Por Juan Antonio Galisteo Luque

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LA CRUZ DE UN MUNDO

 

Clavado al silencio de la cruz de un mundo,
estabas, Señor, solo en tu agonía,
esperando humilde que el albor del día
cubriera de alivio tanto mal inmundo.
*
Ni tu muerte cruenta, segundo a segundo,
pudo refrenar tanta tiranía;
la maldad, la infamia y el odio crecía,
mientras se acentuaba tu dolor profundo.
*
Cansados tus ojos por tanta ironía,
y,  ante las espinas de una rosa roja,
tu mano entreabierta, desclavada y fría,
ya el fruto maldito del árbol despoja,
mientras desde el cielo, con gran osadía,
cruzaba el abismo del mar tu congoja.
——–

Juan Antonio Galisteo Luque

Blog del autor
Del poemario: Romances en la penumbra
Fotografía del autor: Parque de Gijón
Safe creative: código 1203281382646

Ave María (de Schubert). Por Juan A. Galisteo Luque

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AVE MARÍA

 

Recuerdo la iglesia y aquel camposanto,

cuando comenzaba a declinar el día;

mi alma, una angustia de pena sufría,

llena de tristeza, de dolor y llanto.

*

Al ronco murmullo, casi por encanto,

enlazando ruegos, rezos y porfía,

desde el gran silencio de la lejanía,

un trémulo coro cruzó el sacrosanto.

*

Ni el bello arco iris con su hermoso velo,

ni el precioso prisma de una celosía,

llegó a despertar en mí tanto anhelo,

como aquel sublime rayo de alegría,

que desde la iglesia huyó para el cielo,

anunciando el canto del  «Ave María»

______

 

Autor:  Juan A. Galisteo Luque

Blog del autor

Fotografía del autor:  La Virgen de Umbe
Derechos registrados en Safe Creative

 


Fronteras. Por Juan A. Galisteo Luque

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el barco varado en el arenal

Cuando el amor de los hombres
cruce mares y fronteras,
quedarán libres sus gentes
de rencor, odio y miseria.
¡Cuánta maldad y dolor
se vive ya en esta Tierra!
*
Alguien me contaba cuando yo era niño,
hablando de gestos y de acciones sabias,
todas sometidas a un juicio divino,
que existían el miedo, la angustia y la rabia.
Bajo el ancho cielo que a todos nos cubre,
hay un mar inmenso que a la Tierra baña,
y entre sus fronteras, que son terrenales,
hay orillas negras y hay orillas blancas.
He visto cruzar sus aguas un tiempo,
donde las promesas en eso quedaban,
y la suerte, un reto de lucha infinita,
envolvía a todos con su cruel infamia.
Hasta la alambrada con sed, hambre y frío,
la vida o la muerte es solo una carta;
buscan esa puerta hacia el paraíso,
dejando un infierno atrás, a su espalda.
Son rostros cansados, ojos penetrantes,
y su tez recia inmola la eterna rodada,
a través de sendas y espacios sin dueño,
herencia infinita que a todos alcanza.
Desde las arenas de un seco desierto,
navegan de noche allá, en lontananza,
por un mar de nadie, profundo y bravío,
entre las tinieblas y la luz del alba.
Ya en el horizonte, tristes y hacinados,
entregan al aire su impotencia exhausta;
llegan a las playas rendidos, sedientos,
dejando en la arena sus huellas cansadas.
¡Insólitas sombras de mentes dormidas!
¡Lanzad hacia el viento un gesto de calma!
que si el frío es duro los meses de invierno,
más cruel es la innoble frialdad del alma.

Accésit: Certamen «Amanecer»
La imagen adjunta pertenece a Canal Literatura
Fronteras – © Juan Antonio Galisteo Luque

 

Aves sin pasaporte. Por Juan A. Galisteo Luque

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Sin ser yo quien lo dijera
y menos quien lo contara,
oí murmurar al viento
de un ave que allí volara.
Aunque solo fue un silbido,
para mí fueron palabras,
las mismas que hace algún tiempo
un indio cantor dejara.
*
Dicen que ya no hay poetas
que canten a la alborada,
solo versos y canciones
cruzando el aire y el agua.
—Son aves sin pasaporte—
«Golondrinas de esperanza»
*
En el sur de la Argentina,
tierras que allí llaman Pampa,
llanura inmensa de pastos,
bajo la luna callada,
se observa la Cruz del Sur
por caminos y vaguadas,
orientando al viajero
de noche, en su caminada.
*
Las carretas con sus bueyes,
por esas llanuras largas,
salen con lluvia y rocío,
vuelven con nieve y escarcha,
y, al paso mudo y tranquilo,
se pierden en la distancia,
dejando atrás un silencio,
dejando un mundo a su espalda.
*
En esas tierras también
los cantores se engalanan;
ellos no lo hacen con flores,
se adornan con la guitarra,
interpretando milongas,
vidalas, tangos, bagualas.
*
Sus versos llenos de embrujo
nacieron de la nostalgia,
y el campo puso en su ser,
junto al mar y la montaña,
temple de la madre tierra
y gran condición humana.
*
¡Cuántas veces he escuchado
su voz, sencilla y rasgada,
hablar de ese gran silencio
y, de esas hermosas alas
que un cóndor, en su horizonte,
atravesando murallas,
cruzara las bellas cumbres,
altas, sombrías, nevadas!
No aquellas que se construyen
con una intención lejana,
guardando las diferencias
para la envidia y la nada.
*
¡Cuántas veces he admirado
su carismática entraña,
y esos poemas tan bellos,
que con firme resonancia,
hablaban de un peón de campo,
trabajador de una estancia,
o un payador perseguido,
que al rescoldo de unas brasas,
lo acechaban las estrellas
sobre un cielo austral, ¡al alba!

*
«Monte callado», «Alazán»,
«El aromo»; bella estampa
dieran a esos bellos versos
otras respuestas más bravas,
como aquel gran solitario
carrero, que no engrasaba
los ejes de su carreta.
*
A veces, con gran paciencia,
otras, con gran elegancia,
vamos pasando la vida…
Me lo dijo un gaucho ciego,
que entre su oscura mirada,
llevaba cansado el cuerpo
y gran tristeza en el alma.
*
No sé si el río sonríe,
pues oigo gemir el agua
serpenteando por los valles
hacia otras tierras más llanas.
Él, ya no puede volver…
Desde su profunda calma,
los cerros que tanto quiso
quedaron en la distancia.
*
Siempre fiel cantó a la vida,
¡nunca a las grandezas vanas!
Por eso, firme al recuerdo,
¡no permitáis que me vaya
sin mencionar hoy su nombre!
Héctor Roberto Chavero,
«Yupanqui», Indio Atahualpa.
*
Dicen… que ya no hay poetas
que canten a la alborada.
¡Preguntádselo al silencio,
al cielo, al viento y al agua!
A ese ave que va volando:
¡No os lo dirá con palabras!
*
Mas son las mismas que un día
no muy lejano cantara
un payador argentino,
y en el aire las dejara,
para recorrer el mundo
sin pasaporte, sin nada.
Él, siempre las lanzó al viento.
—¡Entre signos de esperanza!—
——–

Juan A. Galisteo Luque

Premio popular: Casas Regionales de Alcobendas 2008

Derechos registrados en Safe Creative: Código 1511085734531

Ecos del recuerdo. Por Juan A. Galisteo Luque

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Caía la nieve copiosa del cielo,
dejando caricias de espesura blanda;
el reloj del pueblo marcaba las horas,
y allá, por el aire, sonaban campanas.
Era aquella tarde, una tarde fría;
tras los ventanales vítreos de mi alma,
creció el pensamiento, también la carencia,
cubriendo mi pecho de eterna nostalgia.
Ya estaba de nuevo en mi vieja aldea,
el hogar dichoso que tanto soñara;
un lugar tranquilo donde yo he vivido
los tiernos y alegres años de mi infancia.
Tras la sombra oscura del salón materno,
como un sortilegio, allá en la antesala,
y en la mecedora, presentí a mi abuela
que tejía afanosa su madeja blanca.
Una toca negra cubría sus hombros,
y con gran paciencia sola se enfrentaba
al ruido incesante de sus cinco nietos,
que, muy cerca de ella, así la imploraban…
*
¡Cuéntanos, abuela, la historia del lobo,
ese cuento hermoso de la loba parda;
mientras vas haciendo bordado y ganchillo,
y vas terminando tu ovillo de lana!
Dinos, abuelita: ¿Dónde está el camino?
¿Por qué nace el día? ¿Por qué el gallo canta?
¿Por qué nos saluda con fulgor tan bello
el albor del día todas las mañanas?
¿Por qué siempre llueve cuando suena el trueno?
¿Por qué el sol se esconde allá en la montaña?
¿Por qué resplandecen de luz las estrellas,
esas noches frías de azul, tan lejanas?
¡Dínoslo, abuelita; tú, que tanto sabes;
tú, que tanto piensas; tú, que tanto callas!
*
Volvieron de pronto todos los recuerdos,
lo mismo que un río cuando baja el agua;
a través del tiempo y de su espesa niebla,
cruzaron mi mente fieles remembranzas.
Ya queda muy poco para que las flores
adornen el campo con plena elegancia,
y si son silvestres lo harán más hermoso,
pues infunden vida sin tanta arrogancia.
También del regreso de la golondrina,
que con impaciencia y fiebre en las alas,
golpeará amorosa mis viejos cristales
a la luz radiante de la madrugada.
Moría la tarde cargada de ensueño,
me quedé dormido con plácida calma;
allí, junto al fuego de leña de encina,
en dicha profunda soñé estas palabras…
*
Dinos, abuelita: ¿Por qué existe el cielo?
¿Qué misterio esconde que nunca se acaba?
Si tú nos lo dices has de estar segura,
que obedeceremos todas tus demandas.—
Dinos, abuelita: ¿Por qué silba el viento?
¿Por qué hay niños pobres que no tienen nada?
¿Por qué a la cigarra que vive en el campo
todos la critican si nunca hizo nada,
y esas hormiguitas, que son pequeñitas,
le responden siempre que es una holgazana?
*
Asomó la luna como tantas veces,
por el ancho cielo, cubierta de plata;
las estrellas fieles allí, junto a ella,
brillaron de nuevo con intensa calma.
Volvieron de pronto todos mis desvelos,
y aquellas preguntas de dichas pasadas
fueron renaciendo como ecos de ensueño,
en escenas vivas de emociones largas.
Y así, de este modo, yo las repetía,
de la misma forma, aunque algo más claras…
*
¿Por qué habrá en el mundo tanta indiferencia?
¿Por qué tanto odio, maldad e ignorancia?
¿Por qué tanta hambre de sed, de justicia?
¿Por qué tanto llanto y desesperanza?
¿Por qué, si nos falta cariño en la Tierra,
tienen que morirse las gentes que uno ama?
¡Dímelo, abuelita; tú, que tanto sabes;
tú, que tanto piensas; tú, que tanto callas!
*
Se ocultó de pronto todo el escenario,
porque, al despertarme, vi que ya no estaba
ni el reloj de cuco con su espejo antiguo,
ni el eco profundo del tictac fantasma;
tan solo la sombra de la mecedora,
con su movimiento, y la fiel semblanza
de aquella silueta tierna y pensativa
que en su rinconcito siempre nos contaba
historias vividas de un tiempo pasado,
y aquel cuento hermoso de la loba parda.
————-

Juan A. Galisteo Luque

Del poemario: Versos de luz y sombras

Derechos registrados y blog del autor.

Capiteles de San Juan de Duero. Por Juan A. Galisteo Luque

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CAPITELES DE SAN JUAN DE DUERO

Figuras de sombras que dejáis desiertos
esos capiteles, allí junto al río;
¡no olvidéis al Duero y a su espejo frío
llevando en sus aguas a los troncos muertos!
Sabed que no moran fantasmas despiertos
junto a esos los pilares las noches de estío;
allí por el puente, hacia el mar bravío,
se fueron llorando con pena y lamentos.
Bellos capiteles que ornáis para Soria
el paisaje hermoso de un cielo entre muros,
¡dejáis entre ruinas viva la memoria!
Llamad a la lluvia y a los vientos puros,
y limpiad de huellas momentos de gloria
si tan solo fueron vestigios oscuros.
————-

Juan A. Galisteo Luque

Capiteles de San Juan de Duero

(c) – Juan Antonio Galisteo Luque

Poemas 2016 y Blog del autor

A Tobera (Burgos). Por Juan A. Galisteo Luque

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A Tobera

A Tobera (Burgos)

 

El río Molinar entre cascadas,
y su sonido en el desfiladero,
colma la dicha de cualquier viajero
que en vano sueña con un cuento de hadas.
*
Su eterno chorro, vivo, a carcajadas,
se escucha siempre bello y lisonjero;
divide al pueblo con dominio fiero
en dos orillas bien aprisionadas.
*
Velan de asombro al verlo los pintores;
la Virgen de la Hoz que está en la ermita
y un Cristo allí a sus pies, con sus dolores.
*
Su cauce, bajo el puente que dormita,
embriagado de aromas y de flores,
derrama ya en el Ebro agua bendita.

————-

Autor: Juan A Galisteo Luque
Fotografías del autor. Poemas 2016
©Juan Antonio Galisteo Luque
Derechos registrados y blog del autor

El Flamenco. Por Juan A. Galisteo Luque

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El Flamenco

¡Madre! ¿Qué tendrá el flamenco

que tanta gente lo aclama?

¿Será acaso su gracejo?

¿Será ese duende del alma?

¿O quizá sea ese suspiro,

que emerge como una llama,

y te lleva de la mano, 

por donde quiera que vaya?

¡Madre!, llévame a un tablao

flamenco, de pura raza,

para aprender bien los pasos

y arrancar por sevillanas.

Que el flamenco, ¡con perdón!,

no es solo danza gitana;

y hay gente que lo confunde,

pensando solo en sus palmas.

Tiene palos y variantes,

todos con su consonancia,

distintos de procedencia,

ungidos de idiosincrasia.

En esos bellos rincones

del Albaicín y la Alhambra,

desde Almería a Ayamonte,

desde Córdoba a Granada,

por los pueblos de Sevilla, 

y en su barrio de Triana,

está presente el flamenco,

como un torrente de agua.

A la extensa Extremadura

llegan sus solemnes galas; 

y a la Unión, y a Cartagena,

sus magníficas tarantas

Alegrías, soleás, 

peteneras, sevillanas,

 granaínas y farrucas,

 jaberas, deblas y zambras;

verdiales y martinetes,

 saetas, fandangos, cañas,

bulerías, malagueñas, 

y aquellas tonás livianas

que, al compás de seguiriyas,

se acercan a las serranas.

 ¿Qué tendrá el flamenco, madre,

que a tanta gente la llama?

¿Será acaso su alegría?

¿Será su canto del alma?

¡Pronto!, llévame a un tablao

flamenco, de pura raza,

que quiero oír como suenan

las cuerdas de una guitarra.

————

Autor: Juan A. Galisteo Luque

Imagen: Gentileza de Fotos Pixabay

(c) – Juan Antonio Galisteo Luque

Poemas 2016 y blog del autor.

Entre Córdoba y Sevilla. Por Juan A. Galisteo Luque

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Entre Córdoba y Sevilla

 

Entre Córdoba y Sevilla

Ya escucho al Guadalquivir
y su alegre cancioncilla…
En esas tierras del Sur
que son una maravilla,
bajando de allá del monte,
de la sierra de Sevilla,
me encuentro el pueblo de Lora
junto al río, en una orilla.
Dejadme pasar el puente,
yo no quiero ir a Montilla,
¡está Córdoba tan lejos!
Iré con mi manzanilla,
a Estepa, a por alfajores,
mantecados y rosquillas.
Cruzaré Palma del Río
con mis alegres mulillas;
llegaré a Écija la llana,
y, al canto de la avecilla,
visitaré a mis paisanos
por esas calles sencillas.
Mis cuatro mulas parejas,
que son igual que potrillas,
lucirán sus aparejos
de adornos y campanillas.
Cargará sobre los lomos
cada cuál sus canastillas
de presentes y regalos;
también de esas baratillas,
como cintas y pañuelos,
perfumes, jabón y horquillas.
Abanicos de colores,
zarcillos y sortijillas,
algún traje de volantes
con su peineta y mantilla;
zapatos para el tablao,
lentejuelas y puntillas,
todo pa’l baile flamenco
y el cante por siguiriyas.
Antes de marchar quisiera
subir a la Setefilla,
y rezarle allí a la Virgen,
mirándola de rodillas.
No podré entrar bien vestido,
tan solo unas zapatillas
y el polvo de los caminos,
camisa blanca y gorrilla.
Dejadme, ¡no quiero ir!
¡Yo no quiero ir a Montilla!
¡Está Córdoba tan lejos!
Lo mismito que Sevilla.

 

———

Autor: Juan A. Galisteo Luque

Poemas 2016. Fotografía del autor

Derechos registrados Safe Creative

Código: 1602286705007


Canto a la guitarra. Por Juan A. Galisteo Luque

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CANTO A LA GUITARRA

 

Guitarra, ¡cuántos sonidos
dieron tus cuerdas al viento!
¡Cuánto llanto y alborozo!
¡Cuánto amor y sentimiento!
Te expresas en los fandangos,
en las farrucas y tientos,
lo mismo que en esos tangos
de Cádiz y sus jaleos.
Un alma escondes, guitarra,
que sale de tus adentros
con alegría y tristeza,
con sonrisa y con lamento.
El cante, el baile, la copla
y tu mágico instrumento
despertaron los sentidos
a los vivos y a los muertos.
Pues, siendo caja sonora,
eres un conocimiento,
para mediar los compases
y equilibrarlos a un tiempo.
Guitarra, ¡cuántos sonidos
dejaste aquí con tu acento!,
con marianas y cantiñas,
chuflas y campanilleros.
Rumbas, tonás, zapateados,
y otros palos del flamenco,
salieron de ti, sonoros,
entre notas y aspavientos.
Y un frenesí desbordado
estimuló el pensamiento,
cruzando palmas y olés,
entre nieblas y silencios.
Duende que cruzas la noche
y envuelves bajo tu velo
el alma de quien te abraza
y te adormece en su pecho,
no dejes que nadie encierre
tus raíces con recelo
en el polvo de un desván,
y no puedas ver ya el cielo.

 

Autor: Juan A. Galisteo Luque

Poemas 2010. Flamenco.

Derechos registrados

Blog del autor

A la ciudad de Frías. Por Juan A. Galisteo Luque

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A la ciudad de Frías. Por Juan A. Galisteo Luque

A la ciudad de Frías

El Ebro baja en silencio,
no se detiene ante nada,
cruza el puente sonriendo
con su gran lengua de plata.
Remolinos de romances
cubren de espuma sus barbas
y los olmos junto al río
susurran sobre su almohada.
El río, que viene solo,
ni pregunta, ni reclama,
que el agua que torna al mar
no regresa a la montaña.
Y los campos se entristecen,
con ellos también las almas;
de la iglesia parroquial
se oye un doblar de campanas.
Cruza el Ebro silencioso
al lento correr del agua;
por Tobera y Tobalina
ya viene empujando el alba…
En el cerro de La Muela,
en su cima más dorada,
tiene Frías un castillo
con vista privilegiada.
Si de vértigo es su esquina,
más temible es la mirada
cuando contemplas su altura
desde la parte más baja.
Ciudad de Frías, ¡no llores!,
sé que te encuentras sitiada
y el pueblo ya sublevado
está luchando en la plaza.
Que, aunque no fuiste vendida,
no en vano fuiste cambiada
por villa de Peñafiel,
y al conde de Haro entregada.
¡No llores, ciudad de Frías!
¡No oyes que el pueblo te aclama!
y no hay voz con más nobleza
que la que sale del alma.
Sigue tu curso y tu historia,
que volverán a contarla,
y, en todos esos lugares
donde conozcan tu hazaña,
sabrán de aquel capitán
abanderado y su dama,
la que bailara en la fiesta
al sonido de dulzainas.
Ciudad de Frías, ¡no llores!,
que está la luna muy clara
y podría sin permiso
dormir junto a tu muralla.
Sueña con la luz del día
y espera que la alborada
traiga promesas de gloria,
alegrías y bonanzas.
Observa al Ebro en el puente
que sollozando se marcha
bajo un cielo azul de estrellas,
enigmáticas, calladas.
Cuida de tus finos huertos,
de tus campos y cascadas,
tus calles, tu judería,
y de esas casas colgadas.
Y al Molinar, ese río
que en la poza se remansa,
dile que rece a la Virgen
y al Cristo que la acompaña.
¡No llores, ciudad de Frías!
¡No llores, que hay esperanza!

Autor:Juan A. Galisteo Luque

Castillo de Frías: Gentileza de José Ángel

Poemas 2016. Paisajes.

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Regreso a Cádiz. Por Juan A. Galisteo Luque

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La Caleta (Cádiz) Regreso a Cádiz

Regreso a Cádiz

 

De Madrid hacia Sevilla,
en tren veloz, muy temprano,
dejo atrás Ciudad Real,
lo mismo que Puertollano.
*
¡Que no quiero ir a Sevilla!
que me voy pa` San Fernando,
que quiero llegar a Cádiz
cuando el sol se esté ocultando.
*
He regresado hasta Cádiz,
he vuelto a pisar la arena,
he sentido entre sus aguas
la misma brisa serena.
*
¡Quiero subir a Tavira
aunque no tenga veleta,
para ver esas barquitas
que duermen en la Caleta!
*
Dormida entre dos suspiros,
como siempre, tan serena,
observaré desde arriba
sus ínfulas de sirena.
*
Divisaré ese castillo
de mágica fantasía,
también los barcos veleros
que cruzan por la bahía.
*
Y entre dos brazos de mar
me quedaré satisfecho,
aunque sople el viento fuerte
que viene desde el Estrecho.
*
Ya observo Puerta de Tierra,
la catedral, la muralla
y esos cañones de fuego
que a Francia dieron batalla.
*
Sanlúcar, Chipiona, Rota,
Puerto de Santa María,
a todos, veré un momento,
antes de morir el día.

 

Autor: Juan A. Galisteo Luque

Fotografías del autor: Vistas de Cádiz
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Entre la bruma y la calma. Por Juan A. Galisteo Luque

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Entre la bruma y la calma

Ya no confío en la brisa
que asoma por la ventana,
ni en los vivos resplandores
que adormecen nuestra alma;
que, aunque la vida prosigue,
a todos se nos escapa
por momentos de las manos,
ya que es el tiempo el que manda.
¿De qué sirven las grandezas
y sus formas bien pintadas
en cuadros de vanidades,
fantasías de almohada?
Hasta aquí, traigo mis huellas
de ilusiones bien marcadas,
aunque queden todas ellas
junto a otras olvidadas.
Ya se sabe que de todo
lo que se pierde o se gana
está presente la lucha,
que comienza bien temprana;
por tanto, en el laberinto
ciego de cada mirada,
quiero ver el pensamiento,
y que no falten palabras
ungidas con la presencia
de otras que fueron calladas.
Recelo de esas galernas
que ya asoman en las playas,
junto a oscuros nubarrones
que se acercan y se marchan;
en cuanto al duro camino,
desprecio ya con desgana
esa falsa hipocresía
que asoma cada mañana
disfrazada de inocencia
entre la bruma y la calma.

Autor: Juan A. Galisteo Luque

Fotografía del autor. Poemas 2016

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A la Sierra de Francia. Por Juan A. Galisteo Luque

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A la Sierra de Francia

A la Sierra de Francia

En un bello santuario,
allá en la cumbre más alta,
la Virgen que está en la peña,
siempre vive acompañada.
Yo la llevo aquí conmigo,
en el espejo del alma,
aunque mis ojos no vean,
aunque no pueda mirarla.
Dejadme, quiero subir
hasta La Peña de Francia,
por esos valles callados
de la hermosa Salamanca.
Si no pudiera volver,
porque la muerte me llama,
regresaré desde el cielo,
envuelto entre nubes blancas.
Visitaré los caminos,
los páramos, las vaguadas,
los pinares, los castaños,
y esas fontanas de agua,
que sacian la agreste tierra
y, la sed más atrasada.
Dejadme, quiero vivir
otra vez la bella infancia,
en esos pueblos tranquilos,
sencillos por su elegancia.
Y solo por una vez,
allí encontraré la calma,
el consuelo del amor,
y una luz a mi esperanza.

Juan A. Galisteo Luque

Accésit: III certamen Sierra de Francia
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Fotografía del autor: Poemas 2017.

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