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El Flamenco
¡Madre! ¿Qué tendrá el flamenco
que tanta gente lo aclama?
¿Será acaso su gracejo?
¿Será ese duende del alma?
¿O quizá sea ese suspiro,
que emerge como una llama,
y te lleva de la mano,
por donde quiera que vaya?
¡Madre!, llévame a un tablao
flamenco, de pura raza,
para aprender bien los pasos
y arrancar por sevillanas.
Que el flamenco, ¡con perdón!,
no es solo danza gitana;
y hay gente que lo confunde,
pensando solo en sus palmas.
Tiene palos y variantes,
todos con su consonancia,
distintos de procedencia,
ungidos de idiosincrasia.
En esos bellos rincones
del Albaicín y la Alhambra,
desde Almería a Ayamonte,
desde Córdoba a Granada,
por los pueblos de Sevilla,
y en su barrio de Triana,
está presente el flamenco,
como un torrente de agua.
A la extensa Extremadura
llegan sus solemnes galas;
y a la Unión, y a Cartagena,
sus magníficas tarantas.
Alegrías, soleás,
peteneras, sevillanas,
granaínas y farrucas,
jaberas, deblas y zambras;
verdiales y martinetes,
saetas, fandangos, cañas,
bulerías, malagueñas,
y aquellas tonás livianas
que, al compás de seguiriyas,
se acercan a las serranas.
¿Qué tendrá el flamenco, madre,
que a tanta gente la llama?
¿Será acaso su alegría?
¿Será su canto del alma?
¡Pronto!, llévame a un tablao
flamenco, de pura raza,
que quiero oír como suenan
las cuerdas de una guitarra.
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Autor: Juan A. Galisteo Luque
Imagen: Gentileza de Fotos Pixabay
(c) – Juan Antonio Galisteo Luque
Poemas 2016 y blog del autor.